La aventura: CAMINO DEL ROCIO


"Entrado el siglo de la Encarnación del Verbo Eterno un hombre que o apacentaba ganado, ó había salido a cazar, hallándose en el término de la Villa de Almonte en el sitio que llaman de la Rocina… Penetró aunque á costa de no poco trabajo, y en medio de las espinas halló la Imagen de aquel Sagrado Lirio Intacto de las espinas del pecado, vió entre las zarzas el Simulacro de aquella Zarza Mystica ilesa en medio de los ardores del original delito, miró una Imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural colocada sobre el seco tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para la imaginación más libertina"

«Hallazgo tan precioso como no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y, queriendo hacer a todos patente tanta dicha, a costa de sus afanes, desmontando parte de aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la soberana imagen a campo descubierto, Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello simulacro, siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga. Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero, y allí la encontró como antes.

Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido con la cual noticia salieron el clero y cabildo de esta villa y hallaron la santa imagen en el lugar y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos de sol y tempestades.

Poseídos de la devoción y el respeto, la sacaron entre las malezas y la pusieron en la iglesia mayor de dicha villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba templo. Hízose, en efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para colocar la imagen, de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana.

Aforándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen de las Rocinas».

 

Ánimo y empecemos el camino con alegría como hacen los rocieros, pero sabiendo que el camino también lleva peligros, extravíos y dificultades que unas dependen de nosotros y otras nos vendrán de improviso. Pero siempre debes tener presente llegar a la meta y ponernos a los pies de la Virgen.